El Palacio de Bellas Artes abrió sus puertas para despedir a uno de los más grandes maestros de la actuación no sólo en México, se trata de Ignacio López Tarso, quien finalmente llegó a la cita con su madrina La muerte.
En este emblemático recinto lo acompañaron su familia, sus amigos y su público quien se dio cita por la tarde y permaneció ahí a pesar de que un poco de aire y lluvia estuvieron presentes, para sorpresa de muchos la familia decidió que esta despedida seria con ataúd abierto.
Algunos de sus amigos tuvieron la oportunidad de despedirlo con palabras que describían no sólo su talento como interprete, también hacían referencia a su enorme ángel, simpatía y sencillez.
Leticia Calderón rompió en llanto al hablar de la hermosa amistad que los unía.
Por otro lado fue Sergio Corona el que compartió un deseo muy grande, que la ciencia pudiera esparcir las cenizas de su amigo para lograr personajes así, después de ese mensaje no pudo continuar hablando y caminó rapidamente sin voltear a ver el féretro el cual se encontraba abierto.
El director Salvador Garcini entregó uno de los discursos más apasionados de la noche y sin duda la mejor descripción que se puede tener de un actor de la talla de López Tarso.
Nos enseño que la cultura se reparte para todos, ¿qué se puede decir de un genio?
“El se transformaba cuando estaba en el escenario; el escenario era su propia vida; el público lo devoraba y el se entregaba a ellos”.
Finalmente su cuerpo partió de este recinto y mañana se realizará un homenaje en el Teatro San Gerónimo abierto a todo público.
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