El partido estaba detenido debido a una tormenta eléctrica que se acercaba al Geodis Park, en Nashville. La seguridad del estadio sugería no exponerse en las tribunas abiertas y retirarse a los pasillos internos. Y, ahí, los hinchas de Boca, que ya sabían que el resultado en el otro partido del Grupo C, entre Bayern Munich y Benfica, no les favorecía, parecieron sentir que era otra oportunidad. Se ubicaron bajo techo, donde el ruido retumbaba y el piso vibraba, y disfrutaron de su última oportunidad, al menos en el Mundial de Clubes 2025.
Miles se juntaron alrededor de bombos, redoblantes y trompetas. El calor se volvía vapor, el sudor se mezclaba y las gargantas daban lo último que tenían. Justo en el momento en el que el campo de juego estaba vacío, en el que el balón no rodaba, la afición de Boca aprovechó su momento para dar una última sentencia: el amor -su amor- es correspondido más allá de los resultados del equipo, de las rachas negativas o de los títulos.
“Al hincha hay que agradecerle todo el tiempo, desde que salimos de Argentina que nos han apoyado, yo sinceramente no sabía cómo era y lo he podido comprobar. Hay que agradecerles, hemos tratado de hacer todo para llevar a Boca en lo más alto pero a veces en el fútbol pasan estas cosas”, dijo Edison Cavani, símbolo del plantel, tras el partido.
Necesitaba casi un milagro Boca Juniors. En Miami, el equipo de Miguel Ángel Russo, que se hizo cargo del equipo hace menos de un mes, en reemplazo de un fallido ciclo de Fernando Gago, había conseguido un prometedor empate con Benfica, por 2 a 2. El Xeneize, más allá de que no supo aguantar la ventaja de dos goles contra el equipo portugués, se mostró competitivo, intenso y aguerrido, señales que durante el 2025 no habían sido tan sencillas de conseguir.
Boca Juniors quedó afuera de la CONMEBOL Libertadores en una fase demasiado temprano, luego de caer con penales ante Alianza Lima, no logró el torneo local y sufrió una dura caída con River Plate por 2 a 1.
El equipo, que ganó seis veces la Copa Libertadores, casa de Diego Armando Maradona, Carlos Tevez y Juan Román Riquelme, no consigue un título internacional desde el 2007, justamente cuando su ahora presidente fue la gran figura. Pero el tiempo sin grandes hazañas no parece influir en su gente. Miles de hinchas viajaron a Estados Unidos para vivir el Mundial de Clubes. En el Hard Rock Stadium, entre la comunidad argentina que vive en la ciudad de Miami, los hinchas que viajaron desde Argentina y el resto del mundo, y los latinoamericanos que sienten empatía por el club, generaron una verdadera revolución.
“Tuve una larga carrera y estoy feliz de ser entrenador, pero en partidos como estos desearía ser jugador. La atmósfera y la multitud hostil es lo que amo del fútbol. Creo que la mayoría de los fanáticos pagarían por verlos”, dijo Vincent Kompany, entrenador del Bayern Munich, tras el 2-1 a favor del equipo alemán.
Contra Auckland, un equipo que venía de perder 10 a 0 contra Bayern Munich y 6 a 0 con Benfica, el equipo de Russo no logró imponerse y fue empate 1 a 1. El conjunto de Nueva Zelanda le presentó un bloque bien bajo y con un doble 9 integrado por Edinson Cavani y Miguel Merentiel, el Xeneize no logró generar espacios ni hacer verdadero daño, salvo algún remate aislado (el chileno Palacios estuvo cerca en la primera parte) y la pelota parada, cuando Di Lollo logró ganar en el área rival y el portero Nathan Garrow no pudo contener.
Cuando Boca volvió tras la interrupción del juego por la tormenta, la energía del equipo cambió. A los 52, Christian Gray empató el encuentro y la historia pareció terminar ahí para ambos. Luego del partido, los jugadores de Auckland permanecieron varios minutos en el campo de juego, con un festejo sincero y verdadero por el resultado que habían conseguido. “Estoy con pocas palabras, para ser honesto. Es un momento especial para el club. Ha sido mucho trabajo. Un día que no olvidaremos”, dijo Gray a FIFA.com. El defensor se extendió sobre el plan de juego, un equipo plantado más abajo que lo que había demostrado en sus dos primeros juegos. “Creo que hicimos un buen plan. Tenemos que defender y trabajar duro, esa es nuestra realidad. La calidad de la oposición a la que nos enfrentamos nos obligó a eso”.
“Es cultural, no importa quién juegue, Boca es su gente y lo demuestra en cosas así. Boca nunca va a caminar solo”, había dicho a FIFA.com Tomás, uno de los miles de hinchas que viajaron especialmente a Estados Unidos para este torneo.
Tras el pitazo final, los hinchas de Boca cantaron la tradicional canción de “soy bostero, es un sentimiento, no puedo parar” y los jugadores se acercaron a la cabecera azul y oro para demostrar su agradecimiento. Edinson Cavani se quedó varios minutos firmando autógrafos, siempre con una sonrisa, siempre en tono de reconocimiento a una hinchada que no paró, que no soltó el brazo y que disfrutó de su último capítulo en el Mundial de Clubes como si fuera una ceremonia definitiva de amor por los colores.
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