Depresión: Visión desde la psicología del deporte
Por Diego Dávila Cardoso
Durante los últimos años el deporte profesional ha crecido y se ha desarrollado de manera exponencial en situaciones propias de las diferentes actividades deportivas como los son; aspectos físicos, técnicos, tácticos y estratégicos, con ello la especialización del deporte implica que los deportistas tengan que exigirse de una manera distinta con el paso del tiempo, lo que conlleva más horas de entrenamiento, mayor carga física, realizar la actividad física de manera regular teniendo un menor tiempo para realizar actividades personales o de esparcimiento como lo haría una persona en la cotidianidad. Esto a su vez da como resultado necesidades psicológicas que si bien siempre se han desarrollado en el profesionalismo su connotación es cada vez más importante para el desarrollo óptimo del atleta.
Está realidad de profesionalismo se acrecienta con calendarios bastante extensos, preocupación por patrocinios, apoyos deportivos, presiones del mismo equipo o federación, entrenadores, familia, situaciones personales, desgaste físico y mental, lesiones o recuperación de estas, entre otros muchos factores que promueven la aparición de problemas físicos y psicológicos (depresión, ansiedad, estrés y diversos trastornos) que afectarán su desempeño deportivo.
Dentro de estás problemáticas psicológicas, la depresión es la sintomatología que con más frecuencia se presenta en los deportistas de élite. Profesionales en el deporte que ya hemos mencionado en otras opiniones como lo son; Simone Biles, Raven Saunders, Andrés Iniesta, Álex Abrines, Michael Phelps, Naomi Osaka, han mencionado públicamente síntomas depresivos surgidos en alguna parte de su carrera deportiva, lo que encendió las alertas en el deporte mundial acerca la salud mental. Los principales comportamientos que pueden tener los deportistas ante la depresión son; la falta de interés por su hobbies y deporte practicado, falta de energía al realizar actividades que antes realizaba con normalidad, aumento o pérdida de peso sin un motivo aparente (cambios de apetito), sentimientos de culpa, inutilidad, y/o desesperanza, sentirse incapaz de realizar ejercicios de un grado de dificultad alto o que realiza comúnmente, dormir más tiempo de lo común o en su defecto insomnio, dificultad para concentrarse, recordar cosas o tomar decisiones y distanciamiento social.
Está sintomatología no lo solo genera un rendimiento bajo en hombres y mujeres atletas, sino también en su vida personal, familiar, estudiantil si el caso, por lo que la prevención y psicoeducación será clave para poder actuar de forma rápida y eficiente dando como resultado la mejora en todos los campos de su vida. En este sentido su red de apoyo será de vital importancia para poderlo apoyar en el proceso y sea más efectivo.
El psicólogo del deporte en esta situación no solo se centrará en el desarrollo deportivo del atleta, sino también en el acompañamiento de la parte personal, sus sentimientos, emociones, redes de apoyo, problemáticas en el círculo personal con la finalidad de poder incorporar todo esto al tratamiento y poder brindar soluciones tan efectivas como sea posible.
Aquí, podemos incluir el ejemplo de Naomi Osaka, una tenista con técnica incomparable, con un entrenamiento de alto nivel que se hizo notar a nivel mundial de tal forma que se convirtió en 2018 como una de las 2 mejores tenistas del mundo ganando el Indian Wells. Todo parecía estar bien, destacando en el deporte de su preferencia, teniendo grandes patrocinios y convirtiéndose en una figura de renombre en muy poco tiempo, pero como lo mencionaba en líneas anteriores, las presiones por cumplir con los contratos, una agenda de actividades fuera del deporte, dar una imagen ante redes sociales y adicional a ello la preparación por su deporte comenzó a causar estragos en su salud mental. En ese momento de su carrera profesional se presentó también, la muerte de uno de sus mentores con la cual tuvo que lidiar sin un adecuado tratamiento por todos los compromisos a realizar, sumando a ello cumplir con expectativas de la familia, las cuales se vuelven también importantes en la vida de la atleta.
Para ello el psicólogo del deporte, puede apoyar a la atleta con base en la observación a notar cambios de comportamiento en el momento de los entrenamientos, al momento de la realización de otras actividades propias de su deporte, como entrevistas, estiramientos, nutrición, etc., y poder evaluar así de una manera más efectiva las conductas y necesidades de la tenista, poder encontrar una red de apoyo en amigos y familiares que le permita tener mejores sensaciones ante lo síntomas y poderlo trabajar de una mejor forma. En este sentido hay que tener en cuenta que la depresión en general puede llegar a ser silenciosa y puede pasar desapercibida por lo demás, por lo que también será vital que los deportistas puedan conocer de forma muy simple algunos de los trastornos o sintomatología más comunes y que ellos puedan observarlos y entenderlos, para poder prevenirlos. En el caso de Naomi, las herramientas que ella ha adquirido con el paso del tiempo le funcionaron para poner un alto, alzar la voz y buscar ayuda, pero hay deportistas que por pena, miedo o algún otro factor se han mantenido sin un tratamiento adecuado, lo que promueve el alza en la sintomatología y llegar al plano de los pensamientos suicidas o en el suicidio como una opción, como lo fue el caso del portero alemán Robert Enke, quien a pesar de contar con una pequeña red de apoyo, y con ayuda profesional ocasional no fue suficiente para poder salvar su vida.
Por ello es importante que los atletas puedan incluir no solo un psicólogo especializado en cada uno de los deportes, sino también brindarle información y herramientas que permitan la prevención o el tratamiento oportuno de la sintomatología, realizar un trabajo multidisciplinario que brinde las facilidades para que los deportistas puedan tratarse y tener una mejor calidad de vida. Recordemos que, aunque se tenga la imagen del atleta como un héroe con superpoderes, son humanos y tienen problemáticas difíciles de resolver y que ellos no solo buscan logros continuamente, sino que buscan en el deporte retos, disfrute y bienestar en todas sus esferas (biológica, psicológica y social).
Diego Dávila Cardoso es Licenciado en Psicología por la Universidad del Valle de México, con formación en psicología clínica, social, educativa y organizacional.
Máster en Psicología del Deporte por la Sociedad Iberoamericana de Psicología del Deporte (En curso).
Cursos “Bases prácticas de la Psicología del Deporte”, “Herramientas Psicológicas para el entrenador deportivo”.
Diplomado “Psicología y Rendimiento Deportivo”.
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