Everardo González explora a los jóvenes que han llegado al crímen organizado; el documental será prsentado en el FICG de este año
Este 2023, el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) celebra por 38va ocasión lo mejor del cine nacional e internacional, en donde el multipremiado director Everardo González presentará por primera vez en México el documental titulado Una jauría llamada Ernesto, un proyecto que del 3 al 9 de junio contenderá en la categoría principal de este encuentro cinematográfico por el Premio Mezcal.
En México, 350,000 personas han sido asesinadas en los últimos 15 años por perpetradores armados, de los cuales 30,000 eran menores de 18 años. Una jauría llamada Ernesto es un viaje de exploración a las entrañas del eslabón más frágil de la cadena: los niños.
El documental sigue el camino de los jóvenes llamados colectivamente “Ernesto” -tanto víctimas como sicarios- que en un momento determinado de sus vidas tuvieron acceso a un arma, la usaron para matar y pronto se convirtieron en parte de las muchas piezas del crimen organizado.
Después de leer La Virgen de los sicarios (1994) de Fernando Vallejo, González comenta: “Recuerdo cómo me impactó una imagen: la mano de un niño de 12 años sosteniendo una escuadra 9mm. Desde ese momento tuve el impulso de retratar la violencia en manos de los más jóvenes”.
En este largometraje de no-ficción los testimonios y anécdotas de “Ernesto” fueron recopilados en tiempo real con el apoyo de una cámara-escorpión, un artefacto que permite al espectador ver a los protagonistas en su desenvolvimiento normal del día a día: jugar, montar bicicleta, correr por las calles, sonreír o estar con amigos.
El también director de La libertad del diablo (2017), explica que para los jóvenes el ser sicario “es la búsqueda del poder, del respeto, y como lo dice uno de ellos: ´dejas de ser la víctima con un arma´. Esto te habla de toda la carga previa, del sometimiento, de la invisibilidad, de ser permanentemente el sobajado, y un arma lo que te trae es el poder de dejar de ser la víctima. Es lo que se busca, no sólo dinero”.
Doce, trece o diecisiete años son algunas de las edades en las que estos jóvenes tienen su primer acercamiento con este nivel del sicariato. Así, Una jauría llamada Ernesto es una aproximación sin juicios ni prejuicios morales a estas vidas rodeadas por la violencia organizada en la que se muestra su lado paralelo, en el que también son hermanos, hijos, novios o amigos y no sólo un miembro más de esa fatídica colectividad.
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