El video semanal de Ricardo Anaya aborda la “ocurrencia de López Obrador para que los ministros de la Suprema Corte sean electos por voto popular”.
Para Anaya, “más que una propuesta, es una amenaza”, y aduce como prueba lo que sucedió en Bolivia.
Comienza planteando dos cuestiones, una derivada de la otra: “¿De verdad queremos que los partidos políticos se repartan a los ministros de la Corte? ¿De verdad queremos politizar al máximo tribunal del país?” Argumenta que “eso es lo que implica que sean electos por votación, como los diputados y los senadores”.
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Y agrega: “¿el que sean electos los diputados y los senadores ha sido garantía de eficacia y honestidad? Claramente no”.
“Lo que hay que entender”, dice Anaya, “es que los ministros y los jueces deben juzgar de acuerdo a la Constitución y a las leyes. Y, por lo tanto, a la Constitución y a las leyes deben responder, no a los partidos que los postulen o apoyen para ganar una elección”.
A continuación, plantea la parte medular de su argumento: “Por algo en ninguna parte del mundo se hace eso. Bueno, hay un país que sí: Bolivia. ¿Y qué ha pasado en Bolivia con la elección de los magistrados del Tribunal Supremo?
Lo que pasó fue que aun cuando estaba claramente prohibido por la Constitución, permitieron que Evo Morales se reeligiera como Presidente”, es decir, tras la primera reelección permitida en su Constitución, Evo pretendió perpetuarse en el poder; y los ministros del Tribunal Supremo, que se eligen por voto popular desde el 2011, pasaron por encima de su propia Constitución para darle la posibilidad de que se presentara a las elecciones cuantas veces quisiera.
¿Hacia allá queremos ir? ¿Eso es lo que queremos para México?”, pregunta Anaya. Y ratifica: “No sabemos quién será la próxima presidenta o el próximo presidente, pero está muy claro que eso no le conviene a nadie.
Eso no le conviene a México.
Agrégale que los ministros tendrían que hacer campaña. ¿Y quién pagaría esas campañas?”, inquiere Anaya, puesto que supuestamente este gobierno aboga por la austeridad.
“México es de todos, no de un partido o un presidente”.
Por eso, para Anaya el siguiente paso debe ser la defensa ciudadana de una Suprema Corte independiente y autónoma. “La Suprema Corte es la última trinchera de nuestra democracia.
Si nos quedamos sin contrapesos, sin la posibilidad de echar atrás leyes injustas o contrarias a la Constitución, peligra nuestra libertad y nuestros más elementales derechos”.
Su llamado final es a replicar en favor de la Corte, la defensa ciudadana del INE.
“Ya demostramos que nuestra voz puede oírse fuerte y lejos. Volvamos a levantarla para defender lo más importante”, concluyó.
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