¿De qué se trata Santos, la serie?
Eme MalaFe se ha destacado por ofrecer producciones musicales y audiovisuales de alta calidad, como lo hizo con La Danza del Diablo. En esta ocasión, ha llevado el proceso creativo un paso más allá: la música es solo el pretexto para una producción cinematográfica de alta calidad, el verdadero nuevo cine mexicano. Santos, la serie, cuenta la historia del Diablito, un joven que creció en el México del “plata o plomo”, un país que carece de oportunidades reales para los jóvenes.
Sin embargo, Santos no es una serie más sobre el narcotráfico o la violencia desde una mirada exotizante, glamurosa o acrítica. Santos muestra la complejidad de la vida “recia”, logrando reflejar la realidad completa: hay lujos, hay violencia, hay lealtad, pero también hay pérdidas dolorosas. Y, por imposible que parezca, en la vida delincuencial también hay espacio para la ternura y el amor.
La serie consta de seis episodios y en cada uno de ellos vemos al Diablito en sus diferentes facetas a través de sus relaciones personales: la familia, el amor, la amistad y la traición. En “San Judas” conocemos la historia de Pedro, quien se ve obligado a integrarse al crimen organizado para proteger a su familia. A través de Pedro, podemos entender que un delincuente también es muchas veces un hermano, un padre, un hijo amoroso. En “El Morro”, el Diablito asume el papel de padre de la pequeña Sabina, una niña que, como miles de niños en México, no conoce otra realidad que la violencia. Pero también plantea preguntas importantes: ¿puede un maleante ser un buen padre? ¿Qué hacemos para construir un mundo ideal donde las niñas y niños jamás tengan que disparar un arma?
La serie consta de seis episodios y en cada uno de ellos vemos al Diablito en sus diferentes facetas a través de sus relaciones personales: la familia, el amor, la amistad y la traición. En “San Judas” conocemos la historia de Pedro, quien se ve obligado a integrarse al crimen organizado para proteger a su familia. A través de Pedro, podemos entender que un delincuente también es muchas veces un hermano, un padre, un hijo amoroso. En “El Morro”, el Diablito asume el papel de padre de la pequeña Sabina, una niña que, como miles de niños en México, no conoce otra realidad que la violencia. Pero también plantea preguntas importantes: ¿puede un maleante ser un buen padre? ¿Qué hacemos para construir un mundo ideal donde las niñas y niños jamás tengan que disparar un arma?
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