
Con una provocadora propuesta que desafía los límites éticos y estéticos de la creación artística contemporánea, la artista alemana Raphaela Vogel presenta por primera vez en América Latina su obra en el Museo Tamayo, recinto del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL). La exposición, titulada No tengo preguntas, solo respuestas, estará abierta al público hasta el 6 de julio y reúne tres instalaciones que entrelazan escultura, sonido y video para construir lo que la propia artista llama “narrativas perturbadoras”.
Vogel (Núremberg, 1988) ha desarrollado una sólida trayectoria en Europa y ha participado en foros de alto perfil como la Bienal de Venecia. Su obra, marcada por una fuerte carga crítica y experimental, recurre a una mezcla de medios para cuestionar la manera en que los artistas ejercen hoy su derecho a expresarse, haciendo énfasis en el privilegio de crear y exhibir.
La muestra —curada por Lena Solà Nogué— establece una reflexión sobre el antiguo concepto griego de hybris, entendido como la arrogancia de los humanos que se creen dotados de cualidades divinas. Esta noción es abordada desde la práctica artística misma, en un discurso donde escultura, sonido y video conforman una sola entidad.
La primera instalación, ubicada en el patio central del museo, está dominada por un gran signo de interrogación colgante, rodeado de pequeños dinosaurios de bronce que parecen acecharlo. La pieza se acompaña con música de la banda estadounidense Question Mark & The Mysterians, célebres por su éxito 96 lágrimas. Vogel destacó que esta instalación fue diseñada en Alemania, pero producida en México por artesanos locales.


Rodeando esta obra se encuentra la segunda instalación: seis piezas pictóricas plasmadas en banderas que evocan el tren como símbolo de modernidad europea, pero también como vehículo de una promesa incumplida, “que siempre llega tarde”, en palabras de la artista. La ambientación sonora se construye a partir de grabaciones de máquinas de vapor y músicos que recrean sus sonidos.
La tercera pieza se presenta en la Sala 5 del museo. Se trata de un video tomado con dron en un puerto holandés contaminado por barro y aceite, donde el esqueleto de un animal es mostrado en primer plano como denuncia del deterioro ambiental. El proyector está rodeado de siete rastrillos cosechadores, dispuestos fuera de su función habitual, reforzando la crítica al extractivismo y la degradación de la naturaleza.
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Durante una charla con medios y visitantes, Vogel explicó que la instalación que abre la exposición fue concebida durante más de un año y medio, y que integra historias de personajes mexicanos. Asimismo, destacó que su obra no separa los medios: esculturas, bocinas, computadoras y proyectores forman una unidad inseparable, lo que le permite generar experiencias sensoriales completas y confrontativas.
No tengo preguntas, solo respuestas es más que una exposición: es una reflexión punzante sobre los dilemas de la producción artística en el siglo XXI, que invita a pensar en los límites del arte y en el papel del creador frente a los sistemas de poder y explotación. Puede visitarse en el Museo Tamayo (Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec), de martes a domingo, de 10 a 18 horas. Los domingos, la entrada es libre.
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