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Horacio Rafael Rodríguez Montalvo - Política La Política Desde la Psicología

La Política Desde la Psicología

La Toxicidad en las Campañas Políticas

Por el Dr. Horacio Rafael Rodríguez Montalvo

Hoy nos encontramos viviendo en una sociedad donde la política, en lugar de ser el instrumento que une a las personas en búsqueda de un bien común, a menudo se convierte en un campo de batalla marcado por la toxicidad. Este fenómeno, alimentado por personas tóxicas que buscan socavar el proceso democrático, representa una amenaza directa para la salud mental de nuestra sociedad y el futuro de nuestras instituciones. 

En está vivencia involuntaria de un proceso electoral por acercarse, vemos acciones que nos hacen dudar si es que la Toxicidad es usada como una estrategia política o realmente tenemos un nivel tan bajo de visión de desarrollo que es preferible destruir que construir.

En las campañas políticas contemporáneas, observamos el surgimiento de tácticas que van más allá de la discusión de ideas y propuestas. Personas tóxicas a menudo optan por la difamación, la desinformación y la polarización como estrategias para ganar apoyo. Esto no solo erosiona la confianza en el proceso democrático, sino que también perpetúa un ciclo de hostilidad que debilita los fundamentos de la sociedad. Por ejemplo, en estos días, hemos visto como la misoginia aparece en todos los partidos políticos.

La toxicidad en las campañas políticas no solo afecta a los candidatos y sus equipos, sino que también tiene consecuencias directas en la participación ciudadana. Cuando el debate político se contamina con acusaciones infundadas y ataques personales, los ciudadanos pueden sentirse desilusionados y desencantados, alejándose de la participación activa en la toma de decisiones. NO es de gratis que nuestro país se caracterice más por la abstención, la indiferencia o el aburrimiento de los temas políticos.

Para contrarrestar la toxicidad en las campañas políticas, es necesario promover un discurso constructivo. Los candidatos deben centrarse en presentar sus propuestas y soluciones en lugar de desacreditar a sus oponentes. La responsabilidad recae no solo en los políticos, sino también en los medios de comunicación y los ciudadanos, quienes deben exigir un discurso más respetuoso y centrado en los problemas. Sabemos que el trabajo de nuestros amigos reporteros está muy contaminado por esa misma toxicidad que se lanza desde el gobierno para desacreditar a quien busca realizar su trabajo de forma ética. Pero es imperativo recordar que la información es la herramienta necesaria para la toma de decisiones, aun cuando realmente no tenemos mucho de donde elegir.

La educación desempeña un papel crucial en la lucha contra la toxicidad política. Los ciudadanos deben estar capacitados para discernir entre información veraz y desinformación, y para reconocer las tácticas tóxicas cuando surgen. La conciencia pública sobre las consecuencias negativas de la toxicidad en la política puede ser un catalizador para un cambio positivo.

Los candidatos que eligen abrazar la ética en sus campañas no solo ganan el respeto de sus oponentes, sino también la confianza del electorado. Los líderes éticos son aquellos que se comprometen a debatir de manera respetuosa, a presentar propuestas basadas en hechos y a trabajar hacia un bien común, incluso cuando las tácticas tóxicas pueden parecer una vía más fácil.

Toda acción toxica en las campañas políticas es un fenómeno que debemos abordar con urgencia, sin importar el partido, candidato o puesto de quién la genera. Si no actuamos, corremos el riesgo de socavar la esencia misma de nuestra democracia. La restauración de la integridad en el proceso político requiere un esfuerzo colectivo: educación, conciencia ciudadana, liderazgo ético y una demanda constante de un discurso constructivo son las herramientas que nos permitirán superar la toxicidad y construir un futuro político más saludable.

En última instancia, recordamos que la democracia no solo se trata de ganar elecciones, sino de construir un entorno donde las ideas florezcan, y la participación ciudadana sea una expresión de la verdadera voluntad del pueblo. Juntos, podemos desafiar el veneno de la toxicidad y restaurar la democracia a su propósito fundamental: servir a la sociedad para el bienestar de todos.

Doctor en la Facultad de medicina, en el área de ciencias de la salud con especialidad en salud mental en el trabajo. Consultor y conferencista en transformación organizacional – humano, en diversas empresas privadas y públicas.

Docente en los niveles de licenciatura, maestría, doctorado, especialidad y diplomado, en las carreras de: Psicología, administración, educación, mercadotecnia, alta dirección y desarrollo humano.

Especialista invitado en programas radiofónicos, publicaciones en periódico, revistas impresas/ electrónicas, redes sociales, plataformas y televisión con temas del comportamiento humano.

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