Menos exigencia escolar y menos horas de trabajo, ¿seguros?
Por el Dr. Horacio Rafael Rodríguez Montalvo
Vivimos en tiempos en los que la política destaca la educación y la jornada laboral como pilares fundamentales de sus campañas, dos áreas que moldean el destino de una sociedad.
En el ámbito educativo, se plantea la importancia de no exigir a los alumnos resultados académicos, de no proporcionar capacitación a los docentes en nuevas técnicas de enseñanza, como el modelo STEAM. Este enfoque educativo integra las disciplinas de Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas de manera interdisciplinaria. México reprobó recientemente en dos elementos clave de este modelo, según la evaluación PISA (Programme for International Student Assessment) de la OCDE. PISA, realizada cada tres años, no solo mide conocimientos académicos, sino también evalúa la capacidad de los estudiantes para aplicar ese conocimiento en situaciones del mundo real y desarrollar habilidades esenciales para la vida, como el pensamiento crítico.
En la vida y la carrera profesional, los problemas y proyectos no se presentan en comportamientos simples; más bien, requieren habilidades y conocimientos de diversas áreas. La creatividad, por ejemplo, es esencial para la resolución de problemas y la innovación, habilidades cruciales para el siglo XXI. Hoy más que nunca, los estudiantes deben prepararse para las cambiantes demandas del mercado laboral y de la sociedad en general, ya que se convertirán en médicos, ingenieros, abogados, agricultores, entre otros. No solo es un riesgo para la seguridad pública permitirles ejercer sin las competencias necesarias, sino que también pueden enfrentar problemas legales.
En cuanto a las jornadas laborales, aunque todos coincidimos en los beneficios familiares, es necesario considerar todos los factores afectados. En México, donde la mayoría trabaja en pequeñas y medianas empresas (PYMES) o en negocios propios, existe una limitación de costos para hacer frente a los gastos generados por la reducción de jornadas laborales. Por ejemplo, si un empleado reduce su jornada, la carga de trabajo puede redistribuirse entre colegas o el empleado debe trabajar de manera más eficiente, lo que puede generar tensiones y desafíos para garantizar la adecuada conclusión de todas las tareas.
Existe el riesgo de que la productividad disminuya si no se gestionan adecuadamente las expectativas y los plazos, especialmente si el trabajo del empleado afecta directamente a otros miembros del equipo. La redistribución de tareas y responsabilidades puede requerir tiempo y esfuerzo para adaptarse. Algunos empleados pueden tener dificultades para asumir nuevas responsabilidades, y puede llevar tiempo entrenar a nuevos miembros del equipo. Además, el empleado puede experimentar una disminución en los ingresos, mientras que el empleador podría enfrentarse a costos adicionales para contratar más personal o redistribuir las tareas.
Sumado a la escasez de talento, esta débil formación plantea preocupaciones sobre el futuro.
La educación y el compromiso laboral se entrelazan como hilos que configuran el destino de cada individuo. Son las fuerzas motrices que impulsan el progreso personal y colectivo, abriendo las puertas a un futuro lleno de logros y satisfacciones. Reflexionemos sobre la trascendental importancia de educarse y comprometerse con el trabajo para forjar resultados significativos.
En un mundo en constante cambio, la educación se convierte en el catalizador que permite a las personas no solo enfrentar los desafíos, sino también transformarlos en oportunidades. Es el medio por el cual se construyen cimientos sólidos, capacitando a individuos para que se conviertan en agentes de cambio y contribuyan al progreso de la sociedad.
El trabajo no es simplemente un medio para ganarse la vida, sino una manifestación tangible de la dedicación y la pasión por contribuir al bienestar común. Al comprometernos con nuestro trabajo, no solo cumplimos con nuestras responsabilidades laborales, sino que también generamos un impacto positivo en nuestro entorno. El compromiso laboral implica no solo realizar tareas asignadas, sino esforzarse por superar las expectativas, aprender de cada experiencia y crecer constantemente.
Cuando la educación y el compromiso laboral se entrelazan, surgen resultados duraderos. Los individuos educados, comprometidos con su labor, se convierten en agentes de cambio capaces de inspirar a otros y de elevar el estándar de excelencia en su entorno. Esta sinergia crea un ciclo virtuoso en el que la búsqueda constante del conocimiento se traduce en soluciones innovadoras y en un desempeño laboral excepcional.
Y no, no es pensamiento neoliberal, ya que, si algo tiene nuestro país, es la capacidad de solucionar y buscar formas de salir adelante, en todos los status sociales.
Ojalá las candidatas ofrezcan estrategias para mejorar la educación, en vez de volverla mediocre. Y en el trabajo, para lograr mayores oportunidades de crecimiento profesional, económico y laboral.
Doctor en la Facultad de medicina, en el área de ciencias de la salud con especialidad en salud mental en el trabajo. Consultor y conferencista en transformación organizacional – humano, en diversas empresas privadas y públicas.
Docente en los niveles de licenciatura, maestría, doctorado, especialidad y diplomado, en las carreras de: Psicología, administración, educación, mercadotecnia, alta dirección y desarrollo humano.
Especialista invitado en programas radiofónicos, publicaciones en periódico, revistas impresas/ electrónicas, redes sociales, plataformas y televisión con temas del comportamiento humano.
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