Crisis en la formación profesional: ¿es la salud mental una excusa?
Por el Dr. Horacio Rafael Rodríguez Montalvo
Hoy en día, estamos viendo algo que se ha vuelto frecuente, el que los estudiantes universitarios que terminan sus estudios sin estar realmente preparados para el mundo laboral. Muchos egresados se sienten perdidos, y en algunos casos, ni siquiera pueden conseguir trabajo en lo que estudiaron. Este problema no solo afecta a la persona que no logró una buena formación, sino que también tiene un impacto directo en toda la sociedad. Pero ¿qué está pasando realmente? Algunos jóvenes apuntan a su salud mental como la razón de su falta de compromiso y rendimiento, y esto abre un debate importante: ¿es un verdadero problema de salud mental o simplemente una excusa para no enfrentarse a la realidad de que no están siendo lo suficientemente responsables?
Vamos a ser sinceros, no todas las universidades ofrecen una educación de calidad. Algunos programas académicos parecen estar desfasados, no actualizan sus contenidos, y los profesores no siempre están capacitados para enseñar lo que el mundo actual necesita. ¿Te suena familiar? Imagina que terminas una carrera como ingeniería o arquitectura, pero tus conocimientos no se actualizan con las nuevas tecnologías o metodologías que se usan en el campo laboral. ¿Qué pasa después? Pues que, aunque tengas tu título en la mano, lo que aprendiste no te prepara para lo que realmente exige el mercado.
El mercado, que está en constante evolución, exige que estos conocimientos sean parte de la formación básica, pero en muchas universidades este tipo de habilidades se dejan de lado. El mismo problema lo enfrentan los egresados de áreas como la administración, quienes al salir de la universidad, se dan cuenta de que no saben manejar las herramientas digitales más utilizadas en las grandes empresas, lo que les dificulta competir por un empleo.
En este debate está el uso del “problema de salud mental” como una excusa para la falta de esfuerzo. Es cierto que la salud mental de los jóvenes está en crisis. La ansiedad, el estrés y la depresión están afectando a más personas de lo que imaginamos, y no se puede negar que esto puede afectar el rendimiento académico. Pero hay algo que muchos estudiantes no están viendo: a veces, la excusa de la salud mental se usa como un escudo para evitar enfrentar la realidad de que no están haciendo lo suficiente.
Un ejemplo claro lo vemos en profesiones del área de la salud, médicos, psicólogos, etc. Muchos recién graduados se sienten abrumados cuando tienen que empezar a trabajar con pacientes. La teoría que aprendieron en la universidad no siempre los prepara para manejar situaciones reales. Cuando se sienten incapaces o dudan de sus habilidades, recurren a la excusa de que “la presión los afecta” o que “no están emocionalmente listos”, cuando en realidad tal vez lo que falta es una preparación más profunda y práctica para afrontar los retos del día a día en su profesión.
En el caso de los profesores recién egresados de pedagogía, muchos se enfrentan a clases con grupos difíciles de manejar. La teoría sobre educación que estudiaron no les da las herramientas necesarias para controlar un aula, especialmente cuando el estrés y la presión de las expectativas sociales o laborales aumentan. Aquí, el problema no solo es la salud mental, sino también la falta de preparación práctica en situaciones reales.
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Si seguimos ignorando esta crisis en la educación y no hacemos algo para que las universidades formen a los estudiantes de manera más completa, el impacto será enorme. Imagina a un país donde los futuros ingenieros, médicos, abogados y maestros no están bien preparados. Al final, son profesiones que impactan directamente en el bienestar social, económico y cultural de una nación. Si no invertimos en una educación de calidad, nos enfrentamos a una fuerza laboral poco capacitada, lo que afecta a todos.
No basta con aprobar exámenes, hay que estar listos para el mundo real. Si las universidades no adaptan sus planes de estudio para incluir habilidades prácticas y herramientas actualizadas, los estudiantes se enfrentarán a un mercado que no los recibirá con los brazos abiertos.
La salud mental es un tema serio, pero no es la excusa para el abandono, por supuesto que es fundamental que se atienda la salud mental de los estudiantes, pero también debemos reconocer que no se puede usar como excusa para la falta de compromiso y responsabilidad. Todos debemos aprender a enfrentar las dificultades y estar preparados para los retos, tanto académicos como emocionales, si realmente queremos mejorar como sociedad.
Si no abordamos este problema de raíz, enfrentaremos una generación de profesionales mal preparados y desmotivados. La solución está en mejorar la formación académica, adaptarla a las necesidades reales del mercado y ofrecer el apoyo emocional necesario sin caer en excusas.
Desde la psicología política, se entiende que la forma en que se prepara a los jóvenes no solo impacta sus trayectorias personales, sino que también condiciona el desarrollo del tejido social y económico del país. Los jóvenes que salen mal preparados de las universidades no solo están condenados a enfrentar dificultades laborales, sino que también son más propensos a desarrollar actitudes de frustración, desconfianza hacia las instituciones y alienación, lo que, a su vez, afecta el compromiso con la democracia y el desarrollo de la sociedad en su conjunto.
Si no se abordan la deficiente formación profesional y el uso incorrecto de la salud mental como justificación para la falta de compromiso, México está preparando a la “generación perdida”.
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