Tras el apagón ocurrido en 21 entidades del país el pasado martes 7 de mayo debido a la alta demanda de electricidad provocada por la segunda ola de calor que inició la semana pasada, expertos han advertido que podrían registrarse más cortes, lo que golpearía duramente a los negocios, que tendrían que interrumpir su actividad económica ante la falta de energía eléctrica.
Dicho apagón, según explicó el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), se originó porque en algunos estados se superaron los 40 grados centígrados y el Sistema Interconectado Nacional (SIN) entró en un “estado operativo de emergencia”, lo que conlleva a que el sistema eléctrico funcione fuera de sus márgenes normales.
La ola de calor, que se prevé continúe, ha generado un aumento significativo en la venta y uso de artículos como aires acondicionados y ventiladores, cambiando los hábitos de consumo de los mexicanos. Esta situación, según Marta Conejos, profesora de EAE Business School, también ha impactado en la industria alimentaria, que ha incrementado sus procesos de refrigeración.
Derivado de las altas temperaturas, la demanda de energía ha aumentado en todo México, según la Comisión Federal de Electricidad, registrando un incremento del 5 por ciento. Este aumento repentino de la demanda ha llevado al país a un límite crítico en el margen de reserva de energía.
Las proyecciones del Instituto Politécnico Nacional estiman que este año se registrarán varias olas de calor entre abril y noviembre, con temperaturas superiores a los 45 grados Celsius, lo que provocará sequías e incendios forestales, afectando directamente la producción agrícola.
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En tanto, el Banco Interamericano de Desarrollo advierte que el aumento de las temperaturas podría tener repercusiones económicas significativas, reduciendo el rendimiento escolar, empeorando la salud de la población y disminuyendo la productividad de los trabajadores. Esto, a su vez, influiría en las decisiones de inversión de las empresas y podría generar una desaceleración del crecimiento económico a largo plazo.
El escenario planteado por los expertos sugiere que la ola de calor no sólo representa un desafío inmediato para el suministro de energía, sino que también podría tener consecuencias graves en la economía y el bienestar de la población mexicana en los próximos años.
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