En 2019 se creó la Comisión EAT-Lancet, organismo que reúne a expertos de 16 países, especialistas en salud, agricultura, ciencias políticas e impacto ambiental.
En ese año presentaron la propuesta de una Dieta de Referencia Saludable o Healthy Reference Diet (HRD) para abordar el problema.
Cuyo objetivo es recomendar su uso en naciones como México, que tienen una alta carga de obesidad y desnutrición persistente.
Por ello en 2021 nuestro país presentó, a través del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), las nuevas políticas nacionales para transformar el sistema alimentario.
Que incluye la adaptación del HRD al contexto mexicano, además de políticas de apoyo a los pequeños agricultores para reducir las importaciones de alimentos.
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Motivada por lo ocurrido durante la emergencia sanitaria por la Covid-19, Ibarrola Rivas se preguntó qué pasaría si se suspendieran las importaciones y exportaciones de alimentos.
A partir de ahí revisó qué cantidad de área agrícola se necesitaría para producir el que se consume y si hay suficiente territorio para ello.
“Sabemos que la dieta actual no es saludable y tampoco queremos que siga, por eso utilizamos la referencia de EAT-Lancet, que es lo que ahora se tiene de recomendación para alimentar a la población con un bajo impacto ambiental y con dietas sostenibles”, precisó.
Para el trabajo, publicado en la revista Sustainable Production and Consumption, Ibarrola Rivas calculó el área necesaria para mantener la dieta actual, la sostenible propuesta por EAT-Lancet y la nueva referencia elaborada por el INSP.
El resultado fue comparado con el área agrícola disponible para el país.
La conclusión fue que para el patrón de consumo actual se requiere más del área agrícola, asumiendo que los alimentos que se importan actualmente se producirían en México y se consumirían los que ahora se exportan.
En contraste, la dieta saludable y sostenible requiere de la mitad del área agrícola que demanda la actual.
Esto es resultado principalmente del bajo consumo de productos animales en la primera en comparación con la segunda.
Describió que el país dedica 97 millones de hectáreas a la actividad agrícola, de las cuales una cuarta parte es área de cultivo y el resto son pastizales; entonces, la mayoría del área (los pastizales) se usa para producir alimentos derivados de vacas, cabras y borregos, que son los animales que se alimentan de estos.
“Si se piensa bien todo eso se ocupa solo para producir carne y lácteos. Entonces, en la dieta sostenible se necesita menos de lo que hay actualmente, pero también se requiere producir diferente”, apuntó.
Como ejemplo, Ibarrola Rivas comentó: considerando el terreno utilizado para cultivar caña de azúcar o alimento de ganado, se podría aprovechar para sembrar frijol, ya que en la actualidad el área dedicada para el cultivo de esta leguminosa es insuficiente para abastecer las necesidades de la población, por lo que se podría hacer un cambio en el uso de suelo y producir más.
Adicionalmente, se utilizarían menos pastizales de los actuales, los cuales son los principales causantes de la deforestación en zonas tropicales, resaltó la investigadora.
Retornar a los orígenes
Respecto a retomar las dietas tradicionales o ancestrales del mexicano, la universitaria externó:
“Son muy apegadas a la recomendación de EAT-Lancet o, mejor dicho, las dietas tradicionales mexicanas son ejemplo de una dieta sostenible, porque básicamente es nutricionalmente adecuada y tiene un bajo consumo de productos animales”.
La dieta sostenible, agregó, se refiere a un bajo consumo de carne de res, principalmente, o de animales rumiantes (que pastan) -en la actualidad es mayor a lo recomendado-; la dieta mexicana de hace 300 o 400 años, inclusive de inicio de siglo, era más cercana a esa referencia.
Con la actual disminuyó -a menos de la mitad de lo sugerido- la ingesta de leguminosas como habas y frijoles, cultivos que son fuente rica de proteínas. Sin embargo, hay un alto consumo de alimentos procesados, alertó María José Ibarrola.
La especialista en seguridad alimentaria precisó que una dieta saludable y sustentable demanda de 20 a 50 por ciento menos de tierra agrícola, dependiendo del tipo de recomendación dietética, que la dieta promedio actual de la población mexicana.
Pero se necesita cambiar pastizales por tierras de cultivo y el tipo de producción; es decir, reducir las zonas de caña de azúcar y para el ganado, y aumentar las áreas de cultivo de legumbres y frutos secos.
Disminuir las pérdidas en la cadena de suministro y aumentar el rendimiento de los cultivos aminora considerablemente la demanda de tierras agrícolas, enfatizó Ibarrola Rivas.
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