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Javan Alfredo Aguilera Márquez

Psicópolis

A diario, en revistas, noticias radio, así como en la interacción con compañeros de trabajo, visualizo un preocupante número de reportes de violencia y muertes.

La Normalización de la Violencia: Una Perspectiva Profesional desde la Psicología

Por Javan Alfredo Aguilera Márquez

En mi experiencia y formación como psicólogo, en el área clínica y laboral con más de cinco años en recursos humanos considero preocupante la normalización de la violencia en nuestra sociedad, Es decir, a diario, en revistas, noticias radio, así como en la interacción con compañeros de trabajo, colegas, visualizo un preocupante número de reportes de violencia y muertes, que parecen haberse vuelto parte de nuestra realidad cotidiana.

Lo que resulta aún más inquietante es la manera en que nos hemos adaptado a esta situación, como sociedad, nos hemos acostumbrado a escuchar noticias de muertes y actos violentos sin experimentar una respuesta de sorpresa o indignación. Incluso, podríamos llegar a considerar más llamativo un día sin muertes que la noticia de un alto número de personas asesinadas en nuestro país.

Este fenómeno de normalización se debe en gran medida a la repetición constante de estos eventos, así como a la influencia de la ideología, la propaganda y otros medios que han contribuido a que ciertos comportamientos violentos sean considerados “normales” o “naturales” y aceptados sin cuestionamiento alguno. Por otro lado, la corrupción y la falta de capacidad de las autoridades para abordar adecuadamente esta problemática han creado las condiciones para que la violencia se vuelva cada vez más agresiva y cruel, esto no ha sido sólo durante esta administración, esto se ha gestado desde la colonia, la independencia, a reforma, la revolución, y el México actual y contemporáneo, cada hecho histórico ha tenido su hito de violencia, sin embargo, cada día es más evidente y normalizado estos hechos, cuando era niño aún se podía salir a jugar cascarita es las calles, andar en bici, en los camiones locales, ir al centro o visitar a familiares, hoy en día es impensable que un menor realice estas actividades por estar más expuesto a las calles que ya no son seguras y al crimen.

Es alarmante observar cómo se producen actos de violencia extremadamente crueles, como arrojar ácido a mujeres, mutilaciones, peleas por un conflicto vial, golpizas mortales no solo por parte del crimen organizado, que ya representa un grave problema en sí mismo, sino también por parte de familiares, parejas, amigos, vecinos y hasta jefes. 

Parece que la política de “abrazos no balazos” no es aceptada por los mexicanos como una solución para resolver sus diferencias, pero sí se ha convertido en una regla no escrita que nos lleva a entender que no habrá autoridad que castigue los daños ocasionados, a menos que el acusado tenga los recursos para convencer de su inocencia.

Un claro ejemplo de esta problemática se manifestó a finales de mayo, cuando un sinvergüenza, extorsionador, (días más tarde confirmado como ex policía) amenazó el negocio de un vendedor de carnitas para que cerrara su puesto. Además, como acto de crueldad y sin escrúpulos, arrojó alevosamente a un perrito llamado “Scoby” o “Benito”, así bautizado por el lugar donde ocurrió este hecho en una calle de Tecámac, Estado de México. El perrito de menos de 6 meses de edad, sufrió una muerte dolorosa y agonizante, siendo un ser indefenso.

Me sorprendió aún más escuchar a algunas personas en un puesto de periódicos cercano a mi trabajo preguntando: “¿Por qué no cuidan a los perros?”, “¿Qué castigo recibirán los dueños del perro?” y cuestionando por qué la noticia se centraba en la muerte del perro en lugar de la extorsión. Considero que estos cuestionamientos re victimizan a la familia, minimizan la gravedad de la situación y consideran más importante una extorsión (que es preocupante) que la vida de un ser indefenso. Celebro que hayan capturado al culpable de estos hechos y espero la condena más alta para él, no obstante, es preocupante que en algunos Estados de la República, como Tlaxcala, Chiapas, Tabasco y Guerrero, el maltrato animal no se considere un delito en sus códigos penales y no haya castigo para estos actos.

Recientemente, hemos presenciado casos en los que no se ha aclarado quién es responsable de la desaparición de trabajadores, incluidos jóvenes que laboraban en un call center en Jalisco, quienes al parecer trabajaban sin saberlo para una organización que se dedicaba a fraudes y robo de identidad, sin olvidar los cientos y miles de personas desaparecidas, principalmente mujeres. En lugar de centrarse en la prevención y en encontrar a estas personas y, en su caso, a los responsables de estas muertes y desapariciones, se está apostando más por establecer una “tregua de paz” con el crimen organizado, respaldada por el mismo titular del ejecutivo y Delia Quiroa, quien dirige al menos 10 organizaciones criminales del narcotráfico.

Por todo lo anterior, es esencial que evitemos normalizar la violencia. Para lograrlo, debemos reafirmar que nadie merece sufrir y que aquellos que deciden romper las leyes deben enfrentar las consecuencias legales de sus acciones. Asimismo, es crucial que las autoridades y los miembros de la policía y las fuerzas armadas cuenten con el equipo adecuado, el entrenamiento necesario y una dirección clara para convertirse en un apoyo eficiente para la ciudadanía, en lugar de convertirse en víctimas tanto de los delincuentes como de los propios ciudadanos.

Como psicólogo, me gustaría invitar a los lectores a reflexionar sobre cómo podemos ayudar a las personas que han sido víctimas de la violencia y traumas, y que difícilmente recibirán justicia, la denuncia, el conocimiento de las normas y códigos penales y el desarrollo de la empatía es fundamental en estos casos.

Debemos recordar que es importante promover el cambio desde nuestras propias trincheras, ya sea en nuestros hogares o lugares de trabajo. Como profesionales de la psicología, podemos contribuir a generar conciencia sobre la problemática de la violencia, proporcionar terapia y apoyo emocional a las víctimas y sus familias, así como utilizar nuestras redes sociales y medios de comunicación para denunciar la violencia que presenciamos.

En conclusión, como sociedad, debemos denunciar la violencia a las autoridades pertinentes, evitar la normalización de la violencia, evitar ver y consumir de noticias amarillistas o “notas rojas”  o  series de apología de la violencia como narco-series, canciones como corridos, o corridos tumbados y luchar por un entorno en el que la seguridad y la justicia sean garantizadas para todos. A través del trabajo conjunto de ciudadanos, profesionales y gobernantes comprometidos, podemos construir un futuro más seguro y libre de violencia para las generaciones venideras. No podemos permitir que la violencia se convierta en algo común y aceptado. Cada uno de nosotros como ciudadanos tiene el poder y la responsabilidad de marcar la diferencia y promover un cambio positivo en nuestra sociedad. Juntos, podemos crear un mundo donde la violencia sea condenada y la empatía y el respeto hacia los demás sean los pilares fundamentales de nuestra convivencia.

Javan Alfredo Aguilera Márquez es Licenciado en Psicología por la Universidad del Valle de México y estudiante de Maestría en Desarrollo Organizacional y Talento Humano en la Universidad Latinoamericana. Poseo más de 6 años de experiencia en el área de Recursos Humanos en el sector público y privado, en roles de Generalista, Administración de Personal, Reclutamiento y Selección capacitación e Inducción.

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