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La lamentable muerte de 39 migrantes en un albergue del INM en Ciudad Juárez, además de ser un escándalo internacional, dejó ver, de manera clara, el temple de una de las llamadas corcholatas presidenciales.

¿Un presidente cobarde?

Por el Dr. GG

La lamentable muerte de 39 migrantes centro y sudamericanos en un albergue del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez, además de ser un escándalo internacional, porque estaban bajo resguardo de autoridades federales, dejó ver, de manera clara, el temple de una de las llamadas corcholatas presidenciales.

El lamentable suceso, provocado por los mismos migrantes al incendiar colchonetas a manera de protesta, no absuelve de responsabilidad a quienes están al frente y son responsables directos de la institución que además de mantener cautivos a los migrantes tenía la obligación de velar por su seguridad.

Inmediatamente salieron periodistas de la Cuarta Transformación a criticarlo por hacer politiquería porque señalara con dedo flamígero a su contrincante por la candidatura presidencial intentando denigrarlo para restarle simpatías.

Después de traspiés, se decidió que se haría una investigación profunda, a cargo de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, para determinar responsabilidades, dejando de lado a una muy ineficiente Fiscalía General de la República, ya se verá a quienes señalan como responsables y sean llamados a cuentas para responder por el dolor causado a las familias de los fallecidos.

De buenas a primeras, en un programa de un periodista en extremo vilipendiado, sale una de las corcholatas a culpar, de manera directa, a otra, con una seguridad que hizo creer a la audiencia que era cierto.

Dijo que la migración era responsabilidad de la Secretaría de Relaciones Exteriores, cuando el “Instituto Nacional de Migración es un órgano administrativo desconcentrado de la Administración Pública Federal, dependiente de la Secretaría de Gobernación, el cual aplica la legislación migratoria vigente”.

Además, en todas las sedes de esa institución aparece el logo de la Secretaría de Gobernación, ni siquiera depende de la Subsecretaría de Derechos Humanos, Población y Migración, a cargo de Alejandro Encinas, a quien pudiera utilizar como chivo expiatorio para no tocar a esa corcholata presidencial.

Con todas las evidencias y conociendo la naturaleza de la secretaría que maneja, Adán Augusto López Hernández, muy a la ligera, culpó a Marcelo Ebrard Casaubón de la barbaridad acontecida en una sede del INM en Ciudad Juárez.

Poco a poco se dio a conocer que la acusación la sustentó en un decreto por el que se crea una comisión intersecretarial para atender el fenómeno migratorio y que encabezaría la SRE, acuerdo operativo que no diluye ninguna responsabilidad a la Secretaría de Gobernación de lo que acontezca en un organismo bajo su tutela.

¿Descuido, error, desconocimiento, ignorancia? ¿Qué, además de su interés por la presidencia de la República, hay detrás del intento de deslinde de Adán Augusto? Lo único que veo es, como dicen los españoles, mala leche y, como dicen en México los niños en un juego: Yo no fui, fue Teté”, es decir negar de manera infantil una culpa que es para todos evidente.

La mala fe y la cobardía de Adán Augusto, seguramente no quedarán fuera del radar de quienes eventualmente serían consultados en las encuestas que realizará Morena o la Presidencia de la República.

Si se hicieran realidad esas encuestas y tuviera la suerte de ser consultado y dar mi opinión, por el único personaje que no votaría sería por la corcholata Adán Augusto, porque si la situación del país sigue como va, seguramente el candidato del partido de Andrés Manuel será el próximo presidente.

No apoyaría ni votaría por Adán Augusto, porque su actitud ante una tragedia de esa magnitud retrata, de manera irrefutable, la personalidad del secretario de Gobernación y sí, por ningún motivo quiero para mi país un presidente cobarde y mala leche.

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