En un país donde las decisiones jurídicas moldean el destino de millones, pocas figuras femeninas destacan con tanta claridad y compromiso como la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Yasmín Esquivel Mossa. Este 10 de mayo, su historia resuena no solo por su influencia en la justicia mexicana, sino por su testimonio de vida como madre soltera y servidora pública.
La ministra Esquivel comparte cómo la maternidad no solo fue compatible con su carrera judicial, sino que la fortaleció.

“Ser madre forma parte de nuestra vida. No es una enfermedad ni algo que nos inhabilite”, afirma con convicción.
Entre guarderías y estrados: el doble turno de una madre.
Lejos del estereotipo de privilegio, Esquivel enfrentó años de maternidad sin red de apoyo estable. Dejaba a su hijo en la guardería del ISSSTE a las 7:00 a.m. y lo recogía doce horas después, todo mientras viajaba a diario desde la capital hasta Cuautla, Morelos, para cumplir con sus responsabilidades laborales. Sin chofer, sin concesiones.
“A veces mi madre y mis hermanas podían ayudar, otras no. Aprendí a arreglármelas sola”, confiesa.
Su testimonio visibiliza lo que miles de mujeres mexicanas viven cada día: la carga silenciosa de la maternidad, multiplicada por las exigencias laborales.
Desde su posición en la SCJN, Yasmín Esquivel ha defendido activamente los derechos laborales de las mujeres madres.

Uno de sus fallos más recientes fue declarar inconstitucional una reforma en Baja California Sur que eliminaba derechos de lactancia en centros de trabajo. “No podemos retroceder en lo ganado”, sostuvo durante la sesión.
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Su agenda impulsa políticas públicas con perspectiva de género, incluyendo:
- Guarderías seguras y accesibles.
- Instalaciones adecuadas para lactancia.
- Apoyo médico y psicológico durante embarazo y posparto.
- Flexibilidad laboral real.
El mensaje a las madres trabajadoras
Uno de los momentos más emotivos de la conversación fue su reflexión sobre el uso del tiempo: “Trato de no tener el teléfono cuando descanso, atiendo a alguien o estoy con mi familia”. En un mundo hiperconectado, su elección es un acto de resistencia: priorizar el presente, sin culpa.
Lejos de romantizar el sacrificio, Esquivel promueve una cultura donde el sistema laboral se adapte a la maternidad, y no al revés. “Ser madre me dio más enfoque, más fortaleza, más propósito”, declara. Su experiencia desmonta los prejuicios que todavía pesan sobre muchas profesionales mexicanas.
Su legado más íntimo: ser ejemplo para sus hijos.

Con profunda emoción, Esquivel habla de su madre y de sus hijos, Miguel Ángel y José Manuel. “Verlos tristes es lo único que me hace llorar. Quiero que estén orgullosos de mí”, confiesa. Para ella, el amor familiar no es incompatible con la vocación profesional; es su motor.
A las jóvenes madres mexicanas, les envía un mensaje directo:
“Estudien. Sean tenaces. Organicen su tiempo. Y respeten a los hombres como esperan ser respetadas. La vida se puede equilibrar si hay voluntad.”
Este 10 de mayo, su historia no solo inspira, también propone: una maternidad sin renuncias, sin prejuicios, con justicia y con propósito.
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