El capitán retirado Carlos Roberto Gómez Ruiz, jefe del Agrupamiento Especializado en Artefactos Explosivos y Materiales Peligrosos de Michoacán, alertó que el uso de drones cargados con explosivos y minas artesanales se ha vuelto una práctica constante entre células criminales no sólo en Michoacán, sino en todo México.
Gómez Ruiz señaló que estos artefactos ahora acompañan a armas largas como herramientas del terror, y advirtió que esta modalidad no desaparecerá, aunque debe controlarse para reducir su impacto en poblaciones civiles.
El grupo especializado que él encabeza ha neutralizado más de 4,097 explosivos en Michoacán, la mayoría lanzados desde drones, particularmente en zonas de la Tierra Caliente disputadas entre grupos delictivos.
Reconoció que los explosivos prácticamente son 97 % improvisados, fabricados con elementos comunes adquiridos en ferreterías locales, y que los delincuentes incluso han llegado a reclutar artesanos de pirotecnia bajo amenazas para que compartan conocimientos.
Una de las mayores preocupaciones es que los criminales colocan estos dispositivos tras “barridos” que dejan limpias las zonas y luego regresan a sembrar explosivos de nuevo, con la intención de obstaculizar el paso o defender sus territorios.

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